domingo, 14 de septiembre de 2008

Malos Hábitos. Sabrosamente degustable


Se dice por ahí que se come para vivir pero ¿se vive para comer?, Malos Hábitos cuenta la historia de una familia que basa su estilo de vida en la comida, para bien o para mal el hábito de comer, muy propio de cada ser viviente, puede llevar a diferentes destinos a los miembros de éste peculiar grupo.

"Nadie, óyeme, nadie quiere a la gente gorda" Elena

Eran más o menos las 8:00 p.m. de éste jueves cuando me aventuré a llevar a cabo una de mis tantas locuras de momento, sin más tomé las llaves del auto y me fui a cierto centro comercial para poder asistir ¡solo! a la única y última función que quedaba de la película "Malos Hábitos"; aun faltaba poco más de media hora para verla y quise explorar lo que había en el "mall" a esas horas de la noche.

Un jueves común y corriente, padres de familia con sus hijos pequeños disfrutando un momento de relajación y de algún helado o grupos de amigos comiendo y discutiendo, pero eran pequeños núcleos muy dispersos, el lugar estaba bastante vacío; ese día en especial yo estaba algo desanimado porque la báscula del gimnasio mostró que me había mantenido en mi peso cosa que no debía ser así pues mi meta es bajar.

Decidido y sin utilizar la sensatez me deje llevar por el deseo y acudí a un establecimiento de comida rápida a pedir un postrecillo que hace ratos no probaba y que siempre me ha fascinado: un "...flurry" (lo siento pero no puedo darle publicidad gratuita a ese gran monstruo que tiene una letra mayúscula color amarillo). Mientras degustaba con placer mi adquisición observaba cada escena que había en el centro comercial y de una u otra manera mis pensamientos siempre me llevaban a la comida, a la perdida de peso, a la gordura, a romper mi dieta y de cierta forma a la culpa.

Terminé de saborear el helado justo unos minutos antes de entrar a la sala y sin pensarlo, ¡oh no!¡otra vez no!, pedí una orden de popcorn mediana con extra mantequilla y entré a la oscuridad de aquella enorme sala, en la que pensé que sería el único, pero no pasó mucho antes de que aparecieran cuatro personas más.

Comiendo con cierta ansiedad mis palomitas de maíz observé con sorpresa como empezaba una trama que por azares del destino tiene como tema central e implícito el COMER, intrigado pero sin dejar de masticar me extrañó muy gratamente como pueden elaborarse tramas alrededor de situaciones que pueden llegar a considerarse comunes o que, aunque existen, la sociedad no desea abordar.


De principio a fin la película "Malos Hábitos" me hizo recordar cómo un mordisco, un sorbo, un lengüetazo puede llevarte a disfrutar del éxtasis de las comidas o del fatídico abrazo de la muerte, tanto el director/guionista Simón Bross (que nos entrega su opera prima) como el guionista Ernesto Anaya (también primerizo) nos presentan una obra muy buena, de alto significado, con directas e indirectas con la única intención de hacernos pensar. Hay un manejo sorprendente de la cinematografía, muy cuidada y respaldada por una inusual fotografía que solo había visto en films de tinte europeo.

Me rindo ante el singular manejo de los claro-oscuros, los desenfoques, los cuadros de detalle, ese look desaturado que le resta color al ambiente pero que a la vez resalta cada minúsculo aspecto de ese mundo tan común pero a la vez tan desapercibido que ésta película nos pone enfrente; los efectos especiales y en particular los digitales son de un excelente calibre y están subyugados a la trama y no al revés, he de resaltar que la secuencia de Cristo caminando sobre el agua es fabulosa.

El guión, por su parte, nos presenta las peripecias que viven Matilde, Elena, Linda y Gustavo cuando de comida se trata; nos regalan una historia que ahonda en la problemática perenne de las formas erróneas del comer, situaciones tan actuales como la bulimia, la anorexia, la obesidad, y hasta el adulterio, entre otras que no dejan de rondar en la cabeza del espectador cuando entre gracia y tosquedad se hace una crítica directa de las sociedades modernas.


Aunque pierde fuerza por tramos y no termina de cuajar ciertas ideas relativamente surrealistas, "Malos Hábitos" logra interés cuando, de forma cruda, estampa la desequilibrada existencia de Elena, interpretada de manera espléndida por Elena de Haro, la típica mujer clasista que desea que el mundo gire a su alrededor, cosa que causa estragos tanto en ella como en su núcleo familiar, es una obsesivo-compulsiva que desea tener todo en orden y que no soporta la gordura, por lo que se empeña en llevar una vida de limitaciones culinarias, ejercicio excesivo y bulimia.

Pero ello se contrapone a su esposo Gustavo (Marco Treviño) y a su hija Linda (la debutante Elisa Vicedo) quienes tienen un sobrepeso por naturaleza y lo cual vuelve loca a Elena que por un lado acusa a Gustavo de ser el causante de la gordura de Linda y, a su vez, trata desesperadamente de que la pequeña se convierta en un esqueleto andante como ella, lo mismo que sucede con muchos padres que ponen sobre sus hijos el estigma de que sean como ellos. Tanto Treviño como Vicedo logran interpretaciones fuertes y muy convincentes y que en algún momento permiten que el público se identifique con sus necesidades y sufrimientos.

Pero en todo ese desastre aparece Matilde (desarrollada de gran manera por Jimena Ayala), una graduada de medicina que prefiere encerrarse en un convento que ejercer su profesión ya que desde pequeña cree tener vocación y que sus rezos son escuchados para obrar milagros; ella es sobrina de Gustavo y aunque no es gorda tiene cierta fascinación por la comida, situación que no puede solventar en un lugar con tantas carencias.

La historia da cientos de vueltas, especialmente sobre Elena, Linda y Matilde, nos demuestra cómo lidia cada una con sus malos hábitos, mientras que la primera los realiza por la distorsionada visión de 'belleza' que concibe, la segunda los hace porque es solo una niña que desea divertirse y comer como le venga en gana pero siempre a las espaldas de su progenitora y la tercera... ¡la tercera en discordia! una protagonista y antagonista al mismo tiempo ya que deambula entre el comer o no comer, pensado como sacrificio personal, para que sucedan hechos milagrosos. Y de una u otra forma es Gustavo el único que parece conseguir paz en todo ese tumulto de dimes y diretes sobre la comida, pues gracias a ella llega a conocer a su verdadera media naranja con quien puede compartir la comida de una manera menos ortodoxa.

Bross y Anaya solo se encargan de reflejar la cruel realidad de lo que estamos dispuestos a realizar y a sacrificar con tal de vernos bien o de que las cosas sean mejores, hacen una fiel copia de la realidad en la que los jóvenes, especialmente las chicas, desordenan su metabolismo con tal de ser el cuerpo perfecto y deseado; presentas todas las prácticas a las que recurrimos y la frustración al ver que no funcionan. En el film exploramos situaciones paradójicas comparadas con la parábola bíblica del rico y el pobre cuando cierto sacerdote de alto rango llega al convento, lugar en donde Matilde nos muestra 'actos de fe' que lleva a cabo con tanto ahínco que nos lleva al punto de decir: "¡Qué fuerza de voluntad!", pero que en un giro sorprendente de la trama quedamos boquiabiertos al enterarnos de increíbles verdades detrás de esos actos.


Los simbolismos de la película se basan en cuestiones tanto religiosas como mundanas, en cosas tanto naturales como artificiales; situaciones como el ayuno, la penitencia, el ejercicio, las dietas, la comida hecha en casa y la chatarra, pero sobre todo... el AGUA... cantidades enorme de H2O de cabo a rabo, el agua se presenta en toda la película como uno de los elementos esenciales para la vida pero a la vez causante de enorme destrucción; se convierte en el simbolismo del cambio de vida, del sufrimiento, del encubrimiento y de la representación de la comida misma... así como puede darnos la vida puede causarnos estragos y hasta la muerte...

Obviamente, al salir del cine y
mientras caminaba por los pasillos vacíos, reflexioné de que el film no pretende educarnos o enseñarnos sobre todo lo relacionado a la salud y el buen comer, solo lanza una historia al aire con la que nos podemos sentir identificados o no, pero lo meritorio es que no trata temas de otro mundo, sino algo que sucede ahora en nuestros países, ciudades, vecindarios y hogares, probablemente, sin percatarnos; fue entonces cuando vi que el reloj marcaba casi las 11:30 p.m., el centro comercial estaba cerca de cerrar y eché una última mirada a la zona de comedores, todo estaba cerrado y a oscuras... ¡que bien que compré el "...flurry" a tiempo!...

P.D.: Fotografías propiedad de: http://www.maloshabitos.com/

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