domingo, 3 de febrero de 2008

Sobreviviendo Guazapa...nuevo intento de hacer cine en El Salvador



A mediados de la década de los ochentas durante la guerra civil salvadoreña cruentos combates se libran en el cerro de Guazapa; a raíz de uno de esos enfrentamientos, un guerrillero queda rezagado de su grupo y busca la manera de no ser blanco del ejército, al cabo de unos días se encuentra con un soldado que, perdido, trata de hallar a su pelotón sin éxito; al estar ambos en similares condiciones deben aliarse para salir vivos del campo de batalla aunque sus diferencias siempre complicarán el entendimiento entre ellos, hasta que una niña, que también vaga sin rumbo por la zona, se convierte en la causa común de ambos pues optan por sacarla de ahí para que pueda reencontrarse con su familia.


“¡Terengo! ¡Terengo! ¡Un pollo!... ¡Vení pues! ¡Apurate que se nos va el almuerzo!”. Julio

A principios del presente año se estrenó en cada una de las diferentes cadenas de cine de El Salvador uno de los pocos largometrajes que se han hecho en tierra cuzcatleca; bajo un sin número de críticas tanto positivas como negativas tuve la necesidad de ir a ver que se había logrado en ésta ocasión, ya que la falta de recursos, personas, presupuesto, y de obvia cultura cinematográfica son el camino de espinas que le ha tocado recorrer a cualquiera que haya hecho (o al menos intentado hacer) un esfuerzo de éste tamaño, así que pensé en apoyarlo pagando la entrada.

Desde que entré a la sala hasta que salí, pude notar la poca o nula presencia de más personas (resulta que por primera vez en mi vida observé una película en una sala de cine totalmente solo), así también pude catalogar la película, en mi prontuario, como una tragicomedia. Y no es por menospreciar, pero las únicas cosas que le dan cierto alivio al público es la parte cómica que trata el guión en varios tramos del film.

De entrada seré muy nacionalista y diré que Roberto Dávila Alegría (ojo al dato) como director, guionísta, productor, etc. ha realizado uno de los mejores esfuerzos que ha tenido el cine salvadoreño, pues se atrevió a realizarla, por un lado, teniendo de telón de fondo la guerra civil salvadoreña y, por el otro, utilizando efectos especiales (en su mayoría digitales). Pero debo ser objetivo, la experiencia fue interesante más no gratificante para mi persona, porque soy de los que está harto de que hallan solo ‘esfuerzos’ para hacer las cosas no importando la rama o el nivel en que se haga.

Los primeros 15 minutos, tal vez sean los mejor elaborados ya que presentan el pico inicial de acción, pues no es tan fácil recrear un enfrentamiento armado, pero es una lastima que falle en cuestiones como la falta de planos de detalle y el uso exagerado, aunque a veces justificado, de la cámara en mano (cuestión que se repite a lo largo de la película y que parecen tener como ejemplo a seguir el inicio de “Saving Private Ryan”); las transiciones entre escenas y secuencias, al menos en ésta parte, son muy ágiles y adecuadas denotando mucha fluidez que provoca más de alguna grata sensación, pero al ir avanzando en el film las transiciones se vuelven pocas y a destiempo.

Uno de los giros de la trama es, que después de quedar solo Pablo (el guerrillero) se encuentra abruptamente con Julio (el soldado) y es apreciable desde ese momento que la película cae en un serio problema… y creo que como yo, muchos de los espectadores quedaron hastiados de los diálogos pues se vuelven extremadamente repetitivos y con la agravante de estar plagados de insultos y regionalismos que muy pocos fuera de Centroamérica entenderían o soportarían; cosa que no ayuda al desarrollo del film yendo en detrimento de éste casi de principio a fin.

Para los mencionados diálogos puede existir la excusa de que los combatientes (tanto guerrilleros como soldados) no tenían mayor educación pero me ofende que, en una película, no hayan tratado de mejorar eso… podemos ver ejemplos como “Platoon” o “The Thin Red Line” y es obvio que sus diálogos no solo están basados en la vulgaridad que pudieron expresar los combatientes en la vida real.

Hay algunos pocos momentos en los que el guión intenta rescatar profundidad haciendo que Julio y Pablo hablen sobre sus vidas, del conflicto o contextualicen la situación por la cual combaten, pero es una lástima que solo queden en vagas referencias y que no tarden mucho en llegar de nuevo a los insultos. Una de la cosas que hubiera deseado era que ambos se confrontaran defendiendo sus bandos, posturas e ideologías (no importando si sabían o no por qué estaban peleando, porque esa ‘ignorancia’ lastimosamente le pasó a muchos en la realidad) y no que cayeran en común cuenta del trillado “querer irse pa’l norte” (USA), aunque es cierto que muchos desertaron de ambos bandos para realizar tal objetivo.

Lo mejor que le pudo pasar al film es el giro en que ambos se encuentran con Ana (la niña) ya que representa un nuevo dilema a Pablo y Julio; el guión permite, al menos conocer el lado un poco más amable de ambos personajes pero es irónico y hasta chocante que, al tener contradicciones, desvanece la idea que en algún momento tanto soldado como guerrillero habían llegado a un punto de entendimiento fuera de insultos reapareciendo éstos con pompa y platillo cuando se prestan a discutir enfrente de la pequeña.

Volviendo al plano meramente visual, existen dos situaciones muy constantes que aburren al público, las primera es que los planos fijos tardan tanto que hay momentos en que un individuo va de un punto “X” a un punto “Y” y la cámara nunca dio otra perspectiva de la acción; la segunda es que existen ángulos innecesarios, escenas o secuencias irrelevantes como las tomas del paisaje donde uno de los personajes está sin hacer absolutamente nada que le permita variar su situación y más parece como que anduviera paseando. Otra gran falla ampliamente notable es el manejo de la iluminación que por momentos es demasiada y en otros es muy pobre a parte de no haber utilizado colores que contrastaran más para darle una mejor profundidad.


Debo reseñar algo que es meritorio, y es que aunque el guión no es el mejor, no se basa en los efectos especiales, sino que éstos están al servicio de la historia (como tendría que ser el canon general a seguir) aun más, cuando los efectos especiales utilizados no son del calibre de las grandes producciones hollywoodenses, pues los creadores de ésta historia tuvieron que rebuscarse para poderlos realizar e insisto en decir que los efectos no están del todo mal, ya que he visto películas latinoamericanas y hasta estadounidenses (de bajo presupuesto claro) que tienen peores efectos especiales con la agravante de tener una industria que lleva décadas en funcionamiento.

Está bien que las locaciones que eligieron se parecieran bastante a la geografía que presenta el cerro de Guazapa (no volcán como algunos dicen), pero tuvieron que darle mejor tratamiento ya que en muchas ocasiones la vegetación y a veces el polvo (que hace ver que había lugares muy resecos) sobresatura algunas escenas; aunque admito que ésta parte ya es mucho más difícil de lograr, porque para controlar el medio ambiente o ecosistema que rodea esta historia se tendría que haber recurrido a mayores desembolsos económicos.

Alguna que otra situación cómica es acertada y aunque no provocan carcajadas, presentan, como ya había mencionado, un momento de alivio entre tanta vulgaridad; una que resalto es en la que ambos coinciden con un pollo (¿qué harías si después de unos días sin comer algo bueno de repente te encuentras un pollo?), situación bastante simpática que termina en algo parecido a, desde mi perspectiva, un spot publicitario de algún negocio de comida ¡Ja!

Ya que en El Salvador no existen actores de cine y falta un campo para el desarrollo de éstos puedo valorar las actuaciones como pasables, en uno de los mejores casos gente común y corriente fue elegida para interpretar papeles relevantes como el de Arturo Rivera (
Pablo) que sería una de las mejores interpretaciones (aunque al principio se ve temeroso y no tan fluido) o el de Karen Gómez como Ana (que es poco diálogo el que maneja) pero logra darle ese aire necesario de niña perdida y es de observar que tanto ella como otros, aunque tuvieran poco que decir, podían llevar la carga actoral que les toca en ésta película.

A grosso modo, “Sobreviviendo Guazapa” no es ni la mejor ni la peor película que he visto, tiene tantos pros como contras que le dan el mote de regular, puede que la vuelva a ver algún día como parte de la historia del cine salvadoreño pero no como una película apasionante que me haya alucinado; así pues este largometraje se une a otros más como el drama clásico “Los Peces Fuera del Agua” (1969) o la horrorosa “Nacidos para Triunfar” (1994) que ya son parte del panteón cinematográfico salvadoreño.

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