martes, 15 de enero de 2008

The Matrix, una clásica moderna de la ciencia ficción



En un futuro sin determinar un hacker de computadoras, Thomas Anderson (alias Neo), busca incesantemente el significado de “La Matriz”, sin quererlo es contactado por un extraño llamado Morpheus que le ofrece revelarle dicho significado, pero a su vez, Neo, es interceptado por agentes especiales que desean que se olvide de todo y no trate de encontrarse con Morpheus. En una rápida acción, Morpheus y sus aliados logran llevarse con ellos a Neo, pero éste se topará con una gigantesca y cruel sorpresa en la que existen dos realidades, una que es simple ilusión y la otra es “La Matriz”.

“Si tomas la pastilla azul, fin de la historia…despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creer, si tomas la roja, te quedas en ‘El País de las Maravillas’ y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera del conejo”. Morpheus

Soy un gran fanático de la ciencia ficción en general y no dudo en decir que “La Matriz” es una cinta de aquellas que marcan época y se puede observar que, desde su no tan pomposa irrupción en el mundo cinematográfico, se convirtió en un punto de inflexión para la industria del séptimo arte; tal hecho se debe, según lo veo, a variedad de razones entre las que puedo citar: sus sorprendentes efectos especiales, los cuales permitieron un punto de vista más amplio y contundente de los escenarios y de las acciones que se desarrollan, personalmente le doy bastante mérito a sus tomas congeladas de 360º como en le caso de la patada clásica de Trinity y la secuencia del llamado “Bullet-Time” (tiempo-bala) donde sobre el techo de un edificio Neo esquiva de manera inigualable los disparos de un agente; y cómo olvidarme de sus fantásticas peleas coreográficas (que deben mucho a viejas cintas chinas de artes marciales) que refrescaron y dieron nuevo impulso a un genero de acción que, siento, había quedado un tanto olvidado.

Otra de las razones, tal vez la más importante desde mi perspectiva, por la cual “La Matriz” se ha convertido en un punto de referencia para muchas otras películas, comics, novelas, series de tv, animaciones y demás, es su muy bien elaborado argumento, Andy y Larry Wachowski (sus escritores, directores y productores) tuvieron un muy fino tacto al combinar armoniosamente elementos de la ciencia ficción, los mangas, literatura clásica, referencias histórico-culturales, referencias de tinte religioso como el judaísmo y el cristianismo, actitudes políticas como la represión y otros detalles más para crear un mundo bastante oscuro, tétrico y hasta apocalíptico.

“La Matriz” fue en un primer momento calificada como una ‘hija bastarda’ (cosa que no comparto del todo) del icónico Stanley Kubric que en sus films había plasmado su muy poca, o nula, fe en un futuro bondadoso, pacifista y civilizado; pero al visualizar fríamente el guión de la película me pude dar cuenta de algunos puntos flacos que hacen mella en la originalidad de ésta historia ya que muestra elementos que en algún momento ya habían sido tocados en otros films, los cuales ya he visto y me encantan, como el enfrentamiento entre la inteligencia humana y la artificial (“2001: Space Odyssey”), la dominación mundial por parte de máquinas inteligentes (véase “Terminator”), el control y fiscalización que se ejerce sobre los “ciudadanos” (“Brazil” y la novela de George Orwell “1984”) y más sutilmente, la modelación que se hace de la vida de todos decidiendo sus roles y sus entornos (como en el caso de Alex Proyas y su “Dark City”); lo que sucede en “La Matriz” es que dichos elementos son combinados en un único todo.

Pero en general, la historia es excelente, se desarrolla a un buen ritmo, sin sobresaltos injustificados, gran coherencia pero en especial no deja de impactar con giros muy buenos de la trama permitiendo que los espectadores pensemos y analicemos el por qué de las cosas dando la posibilidad de que se aten cabos sin que se dé todo ya masticado.

Como escritor (sí, soy escritor, aficionado pero escritor al fin jeje), he aprendido que el argumento por sí mismo no puede dar solidez absoluta a una película y por ello debe respaldarse en los personajes y sus respectivas actuaciones, como el señor Fishburne con su Morpheus sobrio, elegante e intelectual que contrastan con su insistente y hasta ingenua esperanza por encontrar al elegido, la señorita Moss y su Trinity de frío exterior, nervios de acero y poca expresividad facial que choca de frente con esa chica un tanto triste, más realista que optimista y con una ternura desmesurada que la lleva a enamorarse de Neo.

Hugo Weaving un actorazo (visto en la genial trilogía de “The Lord Of The Rings”) como el agente Smith, todo un férreo defensor de “La Matriz”, duro, frío, calculador, un autómata completo pero con rasgos muy humanos que lo vuelven un ente dual, que por su obsesión de destruir a sus enemigos comienza a actuar como ellos provocando que, de cierta manera, se individualice del resto de agentes, convirtiéndose en un ser aun más peligroso no solo para los humanos sino también para “La Matriz”.

Y no hay que olvidarse de Keanu “Speed” Reeves como Thomas Anderson…Neo, quien es a mi gusto, la representación casi exacta de la mayoría de seres humanos, su tiempo transcurre entre el trabajo, su casa…y obviamente una segunda vida, en ésta él se desempeña como hacker que busca (si hacemos un símil) el significado de su existencia. Yo me sentí identificado con Neo porque es alguien que a lo largo del film evoluciona, crece, comienza a ver más allá de lo que se le ha establecido, comienza a creer en sí mismo, en sus posibilidades y enfrenta sus miedos. Sufre al saber que todo lo que ha vivido es irreal, que el mundo es distinto, que desea encontrar su lugar en ese nuevo mundo; cree en Morpheus quien es el que lo guía y alienta para convertirse en el que todos quieren que sea: “El Elegido” y, aunque Neo cree que no lo es, lucha por hacerlo realidad teniendo un catalizador en Trinity que le permite descubrir su verdadero yo… ¿al caso no olía a romance desde el principio?.

Bueno, con éstas y otras características muy peculiares a “La Matriz” la considero como un ‘film de culto’ al igual que algunos entendidos en la materia y también por una buena parte de los espectadores (siendo seguidores o no de la ciencia ficción) y es casi imposible no hacer referencia, de vez en cuando, a la ‘mitología’ que ésta película ha dejado impregnada en la sociedad.

En el aspecto meramente estético, cinematográfico, visual, “La Matriz” hace un buen uso de los planos de detalle para mostrarnos los más pequeños pero reveladores aspectos de la historia como el caso de las píldoras azul y roja que ofrece Morpheus a Neo, la impresión dejada por los conectores neuronales que todos los rescatados tienen a lo largo de su cuerpo o las constantes imágenes de actividades y programación que se desarrollan en los monitores dentro y fuera de la nave ‘Nabucodonosor’ (dato curioso: la mayoría de símbolos verdes que caen en las pantallas desde el inicio no son códigos…son letras o frases en hebreo).

El uso frecuente de los planos generales resaltan el dramatismo de muchas secuencias especialmente en las peleas que se dan a lo largo de la cinta, entre los que más destaco porque dan gusto, se encuentran los realizados en el primer entrenamiento de Neo bajo la tutela de Morpheus en el interior de un dojo (en que ambos hacen sus clásicas señales de reto); así también se tiene la magistral irrupción de Trinity junto con Neo al lobby del edificio donde se enfrentan acrobáticamente a un buen grupo de policías y como no mencionar el duelo entre Neo y el agente Smith en la estación del subterráneo, ¡una señorial pelea! que eleva la adrenalina al ser una de las más emocionantes en varios aspectos, como la soberbia movilidad de la cámara, los sutiles efectos digitales (que no hacen perder el realismo de la secuencia) y sobre todo la expectativa causada por la decisión irrevocable de Neo de enfrentarse cuerpo a cuerpo con un agente (siendo uno de los mayores miedos establecidos casi desde el inicio del film).

El muy acertado uso, tanto en los escenarios como en los vestuarios, de los colores oscuros y la combinación de éstos con otros espectros más claros confirman la simbología del antagonismo existente entre los colores negro y verde, por un lado representando la frialdad, la muerte y la destrucción y por el otro resaltan la agilidad, la frescura y la aun vigente chispa vital en los seres humanos que pelean para recuperar su libertad y el mundo que una vez les perteneció.

Una de las secuencias que debe ser observada con más detenimiento, por lo mucho que quiere decir (a partir de la imagen), es el rescate de Morpheus por parte de Neo y Trinity; la fuerza y determinación de alguien que busca la libertad y que es ayudado por un ser (al que considera superior) es comparable con la necesidad del ser humano por creer en un Dios al que puede recurrir cuando tiene necesidad y donde ambos hacen su parte (“Ha Dios rogando y con el mazo dando”).

En un momento siguiente, al estar Morpheus a salvo, Neo y Trinity tienen serios problemas cuando su helicóptero va en picada, en otra colosal decisión, Neo se la cree (por así decirlo) que es “El Elegido” y trata de rescatar a Trinity pues ella aun está dentro de la aeronave, aquí se puede contemplar como alguien puede sacar fuerzas tan solo con creer que puede hacer las cosas y que da todo de sí por las personas que ama, pero que también da a entender que Neo no es un superhéroe ni un dios, sino solo un simple mortal.

Y aunque adoro éste film lo que sí lamento en parte es que ésta tesis (del tipo sin poderes especiales) se derrumba cuando el otrora Thomas Anderson se lanza a surcar los cielos de la ciudad en una clara referencia al complejo de Superman que muchas historias tratan de imitar para con su personaje principal.

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